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Mentoría internacional: lo que aprendes cuando tu guía está en otro país

En un mundo empresarial cada vez más interconectado, la mentoría ha trascendido las fronteras físicas para convertirse en una experiencia verdaderamente global. Hoy, gracias a la tecnología, las mujeres empresarias pueden recibir orientación, inspiración y conocimiento de mentoras ubicadas en cualquier parte del mundo. Este tipo de acompañamiento —la mentoría internacional— no solo amplía horizontes profesionales, sino que también transforma la manera en que pensamos, decidimos y lideramos. Tener una mentora que vive y trabaja en otro país significa acceder a nuevas perspectivas, a diferentes estilos de gestión, a visiones culturales y empresariales que enriquecen la toma de decisiones. Pero también implica aprender a comunicarse de manera efectiva más allá de las barreras idiomáticas, culturales y horarias. En ese intercambio se forja un tipo de aprendizaje profundo: el que surge cuando dos realidades se encuentran y descubren que la diversidad es una de las mayores fuentes de crecimiento personal y profesional.
Cuando una empresaria recibe mentoría desde otro país, lo primero que suele experimentar es un cambio en la mentalidad. Las reglas, los hábitos y las estructuras que creía inamovibles comienzan a ponerse en perspectiva. Por ejemplo, una emprendedora latinoamericana puede descubrir con su mentora europea nuevas formas de gestión del tiempo, donde la productividad no se mide por el exceso de horas trabajadas, sino por la calidad de las decisiones tomadas. O una empresaria española puede aprender de una mentora asiática la importancia de la disciplina y el largo plazo como pilares del éxito sostenible. Estas diferencias no son obstáculos, sino oportunidades para comparar, adaptar y crear un modelo propio de liderazgo global. La clave está en mantener la mente abierta y entender que la mentoría internacional no se trata solo de recibir consejos, sino de reinterpretarlos en función del propio contexto.
Además, este tipo de relación impulsa una red de contactos global. Muchas mentoras internacionales no solo ofrecen guía técnica o emocional, sino que abren puertas a nuevas alianzas, ferias, inversoras, colaboraciones y mercados. Es frecuente que, a través de una mentora en otro país, una empresaria encuentre oportunidades de exportar su producto, participar en un programa de incubación o acceder a fondos de inversión que desconocía. La mentoría internacional se convierte así en una pasarela real hacia la expansión y la visibilidad global. Pero lo más valioso de este vínculo no siempre está en los resultados inmediatos, sino en la transformación interna que genera. Escuchar cómo otras culturas resuelven problemas, cómo enfrentan la incertidumbre o cómo celebran los logros aporta una comprensión más profunda del propio liderazgo y del impacto que queremos dejar en el mundo.
Sin embargo, para aprovechar al máximo una mentoría internacional es necesario asumirla con estrategia. En primer lugar, hay que definir objetivos claros: ¿qué quiero aprender de esta mentora? ¿Qué desafíos quiero resolver con su acompañamiento? En segundo lugar, la comunicación debe ser cuidada y constante. Las diferencias de huso horario pueden ser un reto, pero también un entrenamiento en disciplina y compromiso. Y, en tercer lugar, se necesita humildad. Una mentora internacional no es un modelo a copiar, sino una brújula que orienta hacia lo que cada empresaria puede y debe adaptar a su realidad. La humildad intelectual y la disposición al aprendizaje son las bases de toda relación de mentoría efectiva, y en el ámbito internacional cobran aún más relevancia.
Finalmente, la mentoría global refuerza una idea poderosa: que el liderazgo femenino no tiene fronteras. Mujeres de diferentes idiomas, religiones, edades y culturas están conectándose para construir juntas una nueva narrativa empresarial, una donde la colaboración prevalece sobre la competencia y donde el éxito se mide tanto por los resultados financieros como por la capacidad de generar impacto positivo. Recibir orientación de una mentora en otro país no solo amplía la mirada empresarial, sino que también fortalece la sororidad global: ese sentido de unión entre mujeres que se apoyan, se elevan y se inspiran unas a otras más allá de los límites geográficos.


Consejos aplicables

  1. Busca una mentora con visión internacional. No necesitas que esté en tu industria, sino que te aporte una mirada diferente del mundo y te desafíe a pensar fuera de tu entorno. Plataformas como LinkedIn, asociaciones empresariales o programas internacionales de liderazgo femenino son buenos puntos de partida.
  2. Establece objetivos claros para cada sesión. Define un tema central (finanzas, liderazgo, expansión, estrategia) y envíalo con antelación. Esto hace que las sesiones sean más productivas y evita perder tiempo en generalidades.
  3. Adopta una mentalidad de intercambio. Aunque seas la aprendiz, también puedes aportar. Comparte tus experiencias, tu visión del mercado local y tus aprendizajes. Las mentorías más enriquecedoras son bidireccionales.
  4. Incorpora lo aprendido a tu negocio paso a paso. No intentes aplicar todo de golpe. Adapta las ideas a tu realidad y mide resultados. La clave no está en copiar, sino en evolucionar.
  5. Cultiva la relación a largo plazo. Una mentoría internacional puede comenzar como una experiencia puntual y transformarse en una amistad profesional duradera. Mantén el contacto, celebra tus avances y agradece siempre el tiempo y la guía que recibes.

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