Los investigadores creen que la capacidad de una persona para actuar en otras culturas se puede medir e incluso aprender y mejorar. No solo eso. La inteligencia cultural (CQ) podría ser la herramienta clave para determinar el éxito de alguien en un mundo cada vez más global.
Cruzar fronteras se ha vuelto una rutina. No solo en los viajes de placer. Las compañías cada vez tienen una visión más global y el teletrabajo ha vuelto frecuente los equipos interculturales, lo que ha subrayado la necesidad de manejarse en otras lenguas y aprender ciertas normas culturales, comentó Business Insider.
En un entorno empresarial cada vez más diverso, los profesionales deben ser capaces navegar a través de la maraña de hábitos, gestos y suposiciones que definen las diferencias de sus compañeros de trabajo, explican desde Harvard Business Review. Y eso requiere de percepción y adaptabilidad.
Una persona con estos rasgos podría percibir un tabú antes de que ocurra o leer el lenguaje corporal cuando las palabras fallan. No hacerlo puede generar malentendidos y hacer que la cooperación entre equipos o compañeros sea imposible.
Esta habilidad se encuentra desde hace tiempo en el foco de las compañías a la hora de captar el mejor talento.
“El predictor número uno de tu éxito en el mundo sin fronteras de hoy no es tu coeficiente intelectual, ni tu currículum, ni siquiera tu experiencia”, escribe el científico social David Livermore en su libro The Cultural Intelligence Difference, fragmento recogido por BBC. “Es tu CQ”.
Qué es la inteligencia cultural
Según Harvard, “la inteligencia cultural, o CQ, es la capacidad de dar sentido a contextos desconocidos y después integrarse”.
Así, una persona con un alto nivel de inteligencia cultural puede deducir del comportamiento de una persona o grupo las características que serían aplicables a estos, sus peculiaridades y aquellas que no son ni universales ni idiosincráticas.
Gran parte de la investigación sobre este concepto ha sido realizada por Soon Ang, profesor en la Universidad Tecnológica de Nanyang en Singapur.
A finales de la década de 1990 se encargó de formar a un equipo internacional de programadores. A pesar de ser mentes brillantes en su área, no podían trabajar juntos. No era una cuestión de experiencia o motivación, relata el artículo en BBC, Ang percibió en cambio que “estaban tropezando con las diferencias culturales de los demás, lo que provocó una ruptura en la comunicación y la comprensión”.
Este hallazgo le llevó a desarrollar junto con el psicólogo organizacional P. Christopher Earley, hoy decano de la escuela de negocios y economía de la Universidad de Tasmania, (Australia), una teoría integral sobre la CQ, que definieron como “la capacidad de funcionar de manera efectiva en una variedad de contextos culturales”.
Por lo general, la CQ se mide a través de una serie de preguntas que evalúan 4 componentes distintos
- CQ Drive: la motivación para aprender sobre otras culturas.
- CQ Knowledge: una comprensión de algunas de las diferencias culturales generales que se pueden enfrentar.
- CQ Strategy: examina cómo se le da sentido a esas confrontaciones difíciles y cómo se aprende de ellas.
- CQ Action: involucra la flexibilidad de comportamiento, si alguien es capaz de adaptar su conducta como un camaleón cultural.
Asimismo, un elemento crítico de la inteligencia cultural es, según el psicólogo Daniel Goleman, es “una propensión a suspender el juicio, a pensar antes de actuar”. Para alguien con una CQ elevada, esto puede suponer horas o días, mientras que alguien con una CQ baja puede tardar semanas o meses.
Una habilidad clave en el entorno laboral
Según los hallazgos, un CQ alto podría ser crucial en una amplia gama de carreras, desde la banca hasta soldados, científicos y maestros. De hecho, resulta esencial para cualquiera que deba interactuar con frecuencia con personas de diferentes orígenes.
Según los expertos, la inteligencia cultural puede predecir aspectos más objetivos del desempeño laboral, como en ámbito de las ventas internacionales, las habilidades de negociación o la capacidad general de liderazgo de un directivo.
Un estudio de 2011 midió el coeficiente intelectual (CI), la inteligencia emocional (EQ) y la cultural (CQ) de 126 oficiales que de la Academia Militar Suiza mientras colaboraban con las Naciones Unidas en territorios extranjeros.
Aunque las 3 formas de inteligencia contribuyeron a su desempeño general, la CQ resultó ser el mejor predictor, representando el 25% de la variación en el éxito de los soldados en las misiones internacionales. El CIQ predijo alrededor del 9,5%, mientras que EQ predijo el 3,5%.
Si bien muchos aspectos de la inteligencia cultural resultan innatos, es posible desarrollarla o mejorarla. De acuerdo a Melody Chao, psicóloga social de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong, buena parte de ello radica en la mentalidad del individuo, explica.
Mientras que hay personas que ven sus habilidades como “fijas e inmutables” otras tienden a una “mentalidad de crecimiento”. Alguien con mentalidad fija puede asumir las diferencias culturales como límites infranqueables, mientras que quien asume las capacidades como algo fluido, es más probable que persevere a través de las dificultades y acepte nuevos desafíos.
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