En un mundo empresarial donde el liderazgo femenino sigue creciendo, pero aún enfrenta múltiples desafíos, construir un círculo de mentoría entre mujeres se convierte en una estrategia poderosa para acelerar el crecimiento, ganar confianza y fomentar una red sólida de apoyo mutuo. A diferencia de la mentoría tradicional —que suele ser vertical, con una figura de mayor experiencia guiando a una menos experimentada— los círculos de mentoría horizontal ofrecen un enfoque más colaborativo, donde todas las participantes tienen algo que aportar y algo que aprender. Este tipo de red potencia la inteligencia colectiva, crea espacios de contención emocional y se convierte en un laboratorio de ideas donde cada miembro se siente vista, escuchada y respaldada. Para crear un círculo de mentoría exitoso, lo primero es definir un propósito común: ¿qué las une? ¿Es el deseo de crecer juntas como emprendedoras? ¿Compartir aprendizajes sobre liderazgo? ¿Fortalecer las finanzas de sus negocios o prepararse para escalar? Un propósito claro será el ancla que mantenga la cohesión del grupo y permitirá establecer expectativas compartidas desde el inicio. Luego, es esencial conformar un grupo equilibrado, idealmente de entre 4 a 8 mujeres, donde haya diversidad de experiencias, pero también compromiso real con el proceso. No se trata solo de asistir a reuniones, sino de estar dispuestas a compartir vulnerabilidades, dar retroalimentación honesta y celebrar los logros ajenos como si fueran propios.
Establecer una estructura flexible pero organizada es otro factor clave. Por ejemplo, pueden definirse encuentros mensuales con una duración determinada, una agenda previa y una moderadora rotativa. Algunos círculos de mentoría trabajan con temas específicos por sesión: liderazgo, marketing personal, gestión del tiempo, entre otros. Otros prefieren dinámicas más abiertas donde cada integrante comparte un reto actual y recibe la mirada colectiva para encontrar soluciones. Ambas modalidades son válidas, siempre que se respete el tiempo, la confidencialidad y el enfoque constructivo. Para fomentar la confianza y mantener el grupo sano, es fundamental establecer acuerdos de convivencia desde el inicio: escuchar sin interrumpir, no juzgar, compartir desde la experiencia personal y cuidar lo que se dice en el grupo. La confianza es el cemento invisible que hace que estas redes se sostengan y realmente aporten valor. Además, muchas mujeres reportan que una de las mayores riquezas de estos círculos no es solo el aprendizaje, sino la sensación de pertenencia: saber que no estás sola en tus dudas, que otras también han tropezado, pero han sabido levantarse.
Crear un círculo de mentoría no solo es un acto de generosidad, es una declaración de liderazgo consciente. Las mujeres que se impulsan mutuamente no compiten, se inspiran. No se comparan, se fortalecen. Y este tipo de espacios, lejos de ser una moda pasajera, están llamados a convertirse en una forma sostenible de crecer en red, construyendo comunidades resilientes que puedan enfrentar juntas los desafíos del mundo empresarial. Si estás leyendo esto y sientes el deseo de iniciar tu propio círculo, da el primer paso: invita a tres mujeres que admires, propón un primer encuentro y deja que la energía colaborativa haga el resto. Porque cuando las mujeres se reúnen con intención y propósito, no hay límite para lo que pueden lograr.