Ser mujer y ser empresaria son dos condiciones que, juntas, requieren de mucha valentía y esfuerzo. Las mujeres empresarias deben tener las ideas claras, los objetivos bien definidos y el empuje suficiente para llevarlos a cabo. ¿Cuáles son los retos a los que se debe enfrentar una mujer emprendedora?
Aunque afortunadamente cada vez somos más, la incursión de la mujer en el mundo empresarial, y aún más, al frente la dirección de un proyecto, es un fenómeno relativamente reciente. Emprender es difícil para todos y nadie puede asegurarnos el éxito, pero lo cierto es que las mujeres tienen dificultades añadidas solo por su condición de ser mujeres. Todavía existen muchas barreras invisibles, y no tan invisibles, que tienen que ver con la desigualdad de género, como puede ser el techo de cristal, el acceso de las mujeres a puestos superiores en la empresa, la desigualdad salarial…
No lo digo yo, lo dicen los datos: “El 60% de los estudiantes que salen de las universidades españolas son mujeres. Sin embargo, ellas tienen que trabajar 84 días más al año para ganar lo mismo que un hombre”.
Aunque para ser justas, no todo son malas noticias ya que, según las cifras del 2019, la Tasa de Actividad Emprendedora (TEA) femenina ha vuelto a aumentar, del 5,6% al 6%, y la brecha a la hora de emprender entre hombres y mujeres ha vuelto a disminuir, por sexto año consecutivo. ¿Esto qué quiere decir?
“En España, en la actualidad nueve mujeres inician un negocio por cada diez hombres”.
¡Bien! La cifra se acerca a la de los hombres. Ahora bien, no cantemos victoria, valientes mujeres emprendedoras, porque todavía nos quedan muchas dificultades por vencer.
Estos son los retos que nos depara a las mujeres empresarias:
1. Conciliación
El tema de la conciliación entre la vida personal y laboral no está ni mucho menos resuelto. Aún es un hecho que muchas mujeres se ven obligadas a hacer malabarismos entre la vida familiar y la profesional. Esto sucede, en gran parte, porque aún no hay un verdadero reparto de responsabilidades en lo que a tareas de la vida privada y cuidados de las personas se refiere. Y además, reconozcámoslo, todavía no nos hemos desprendido de la carga psicológica, es decir, que aún en el supuesto de que las responsabilidades familiares se repartan, no dejamos de pensar y administrar las tareas que suponen.
Los datos señalan que el 70% de las tareas del hogar las siguen asumiendo mayoritariamente ellas y mientras que ellos dedican una media de 8 horas semanales.
Para las mujeres empresarias, el coste de la falta de conciliación laboral es aún mayor, dado que emprender requiere una dedicación a tiempo completo de nuestra energía, para que las cosas funcionen “tenemos que poner toda la carne en el asador”. Esto es un verdadero conflicto en el que muchas mujeres se ven obligadas a renunciar a algo: su empresa o su familia.
2. Desmontar los prejuicios
Aunque pueda sonar al “pleistoceno”, la realidad es que una gran parte de la sociedad todavía está anclada en valores heteropatriarcales conservadores en los que es el hombre el encargado de “llevar al pan a casa”. De alguna manera se presume que una mujer que quiere poner en valor sus habilidades como emprendedora, lo hace para asumir un papel de liderazgo respecto del esposo.
Además de esto, la mujer empresaria no solo tiene que enfrentarse a prejuicios de género que juegan en su contra, sino que tiene que competir y negociar a nivel empresarial mayoritariamente con hombres, que piensan de esa manera y la sitúan en una posición desigual de partida.
Una mujer emprendedora debe mantenerse firme en sus convicciones y ser fuerte, pero también deber saber bandear las dificultades en torno a valores y prejuicios.
3. Conseguir inversores
Según demuestran diferentes estudios al respecto, los inversores prestan menos consideración a las mujeres de negocios.
Sin capital, es mucho más complicado llegar emprender un nuevo negocio. No nos queda otra que ser persistentes y llamar a la puerta de los inversores tantas veces como sea necesario.
4. Nuevos sectores
Lo cierto es que las mujeres también se encuentran «segregadas» en los sectores dedicados al cuidado del hogar y de personas (educación, actividades sanitarias y servicios sociales). Estos sectores, aunque imprescindibles para la sociedad, son los menos productivos. Ante esta situación existen dos soluciones no excluyentes: la incursión de la mujer empresaria en sectores mejor considerados (programación, ingeniería, robótica…) y la mejora en la consideración de sectores tan importantes para la sociedad como pueden ser los dedicados al cuidado de las personas.
5. Autolimitación
Este punto es clave: el mayor problema que enfrentamos las mujeres empresarias es el temor a hacer las cosas. Muchas veces traemos muy arraigado ese prejuicio de pensar que como somos mujeres, no lo vamos a lograr.
Toda mujer que quiera emprender tiene por delante un reto de transformación propio que tiene que ver con confiar en ella misma.
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